El 79% de los franceses afincados en España (aproximadamente 200.000) opina que es más fácil encontrar pareja en España
que en Francia; dicen que somos más fogosos, que nuestra mediterraneidad
alcanza mayor desarrollo aquí que allí.
Así lo afirma una encuesta
realizada a 350 sujetos por parte de Le Courrier d'Espagne.
Esta Semana Santa, por fin, me he ido a Cádiz ¡Qué ya tenía yo ganas de conocerla! El viaje de ida fue toda una odisea. Para ir desde Granada primero hay que subir hasta Sevilla en diagonal unos 300 kilómetros para después bajar hasta la costa Atlántica otros 100. ¿Vosotros lo entendéis?... Pues yo tampoco. A la altura de Dos Hermanas se me rompió el cable que eleva la ventanilla del copiloto quedando esta atrancada abajo y, siguiendo fielmente las Leyes de Murphy, precisamente en ese momento se puso a llover como hacía un año que no caía. El coche se empezó a empapar por dentro, paré en una gasolinera, me dieron una bolsa grande de basura y gasté todo el rollo de esparadrapo que tenía para sujetarla contra la puerta. El resto del viaje lo hice a 80 por hora con todos los coches de la autovía pitándome. Tras un periplo de dos horas para poco más de 100 kilómetros divisé, a través de la fuerte lluvia, unas enormes grúas portuarias (esas con forma como de “H” y que van sobre railes) y el Puente de Carranza apareció ante mí. Atardecía tras él con ese brillo amarillo que le imprimía la densa tormenta. Pocas veces me he alegrado tanto de llegar a algún sitio, pero la luz no hizo más que incrementar mi gozo. Llegamos tarde así que hubo que dejar la visita turística para el día siguiente. Y la hubo: Plaza España, Muralla de San Carlos, playa de la Caleta, barrio de la Viña (bar “el Rincón de la Morena”, bar “el Mantecas”, etc.), Paseo Fernando Quiñones, zona centro de la ciudad, Campo del sur, Catedral y descalzarse para tumbarse en la playita para descansar del paseo.
Al día siguiente el Puerto de Santa María (unas cervezas con algas rebozadas y pescaito frito) y San Fernando.
Y Jerez de la Frontera (muy por encima) el día de la vuelta.
Cádiz es preciosa y visité todos esos lugares que ya había visto en la película “Muere otro día” simulando La Habana. Pero, sin lugar a dudas, lo mejor de Cádiz es su gente: amable, simpática y genial. Yo que venía de Graná (la tierra de la “Malafollá”) intentaba suavizar al máximo mis maneras, pero es que al lado de sus sonrisas mis formas parecían malos modos. Si algún día me muero (¡dios no lo quiera!) y resucito, quiero hacerlo en Cádiz... ¡Ah! Pero gaditano rico: que lo de ser andaluz sí que lo tengo muy asumido.
He escrito una novela, rodado un corto, publicado diversos artículos y plantado varios árboles. Me quedan por realizar un montón de proyectos con mis amigos. Tengo una larga vida para viajar, fotografiar, realizar vídeos, vivir, charlar, escribir, hacer comic, tal vez pintar, sin duda amar y disfrutar. Creo en el ser humano de uno en uno, nunca en masa. Busco mi felicidad sin oponerme a la tuya. Sólo admito la violencia en el cine.