25 de mayo de 2007

(ficciones literarias escritas deprisa)

Conducía bajo la lluvia y el pedrizo sin importarle los bollos que aquellas "canicas" de hielo pudieran hacerle a la vieja capota de lona de su descapotable. Un Triumph blanco, de dos plazas, con los nervios que sujetaban el techo al coche oxidados por el uso.
Conducía bajo la lluvia sin ver apenas la carretera que se descubría ante sí y sin pensar en nada que tuviera que ver con nadie más. Años de carné le hacían tener tanta costumbre como la que maneja los reflejos de una persona, y conducir como se anda: sin pensar en ello a cada paso.
Conducía bajo la lluvia empapando el asiento de skay con su gabardina mojada y sintiendo como el agua se colaba por numerosas rendijas en su techo y ventanilla.
Conducía bajo la lluvia consciente de la mentira, del odio, de la presión, el estres, los atascos, las bombas el los trenes, las comisiones ilegales, los maletines con dinero, la trata de blancas, las violaciones de menores, lo angustioso de la hipoteca de una vida, del juego de la ruleta, sentir el acero contra tu sien, del olor a carne quemada.
Conducía pensando en acabar con eso. En coger un arma y matar a todos los proxenetas de su calle, a todos los políticos de su alcaldía, a todos los constructores de su ciudad, a todos los extranjeros de su país... ya no sabía quien era el bueno y el malo. Si debía matar o no a los que rezaban en mezquitas o pegarle fuego a las iglesias.
Conducía hasta que las balas de la policía le frenasen de golpe.

Conducía bajo la lluvia dispuesto a todo... incluso a morir.

1 Comments:

At 7:01 p. m., Blogger Miguel said...

que prosa mas estupenda¡¡
Me he identificado algo en tu texto, y es que alguna vez tengo esos deseos de acabar con todo, pero vamos que no llego a tanto...
Por cierto , estoy mas cerca del café que del gin tonic, pero no le hago ascos a un buen ron.
Un saludo caballero.

 

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