23 de diciembre de 2008

¡PERVERTIDO!

Comentaba en este mismo blog, ya hace algunos meses, sobre el control que ejercen sobre nuestras comunicaciones en Internet diversas organizaciones, gobiernos y corporaciones económicas, y un lector aprovechaba para recordarme el “espionaje” silencioso que soportamos con el acoso casi absoluto de las cámaras de vigilancia que se están imponiendo en las ciudades.
En Londres consiguieron evitar un atentado masivo el año pasado precisamente gracias a las imágenes sospechosas que captaron en unas cuantas cerca del centro.
Una vez oí una máxima que me dejó perplejo: “las cerraduras sólo sirven para dejar fuera a la gente honesta”. Me pregunto quien tiene más que temer de las cámaras y si el uso, y abuso, de las mismas no me será útil alguna vez para proteger mi vida.
Está claro que el problema no son las imágenes, sino quién las vea y la utilización que haga de las mismas. Del mismo modo que, por ejemplo, no es malo grabarte teniendo relaciones sexuales con tu pareja… lo malo es que después las cuelgues en la red o se las muestres a todo el mundo a modo de venganza (o de estupidez, que también puede ser).
Así que el problema puede ser la corrupción de un cuerpo de policía (como bien saben los habitantes de Río de Janeiro, Chicago o Coslada (España), sin ir más lejos) y no de que alguien ponga una cámara enfocando la vía publica.
De todos modos me resulta cuando menos incómodo el sentir esa mirada punzante clavándoseme en la nuca todo el día, esa sensación extraña de un aliento curioso respirándote en la oreja, la impresión de ir semidesnudo por la calle.
Y no digo nada de las chicas que hacen top-less en la playa. Cada teléfono móvil que vean es en potencia una cámara con un pervertido manejándola con las aviesas intenciones de exponer su desnudez.
Este verano me dediqué a dar largos paseos por el barrio del Albaicín con mi cámara de video en la mano para ir captando las fachadas maravillosas, para grabar como se filtraba el sol a través de las flores que colgaban de los patios que daban a la calle, para guardar el recuerdo de cómo la luz doblaba las esquinas en todos los callejones… Siempre recordaré cómo el policía que vigilaba el juzgado de Plaza Nueva (un edificio precioso del siglo XVI), se ocultaba tras el portón de la entrada cada vez que enfocaba en su dirección. En un país con terroristas no es bueno que la imagen de un policía pueda circular libremente por la red… por supuesto borré todas esas tomas.

1 Comments:

At 7:59 p. m., Blogger Miguel said...

Hoy en día existen cámaras de esas por todos sitios, en definitiva prestamos algo de nuestra libertad por la seguridad, como los ejemplos que dices
El tema es encontrar el equilibrio entre la seguridad y nuestros derechos fundamentales.
Estamos expuestos a que nuestra imagen esté recogiga en un montón de discos duros, cámaras con zoom cada vez mas potentes que dicen que controlan un perímetro, pero con mucho mas alcance...
En fin , el tema da para mucho
Un abrazo y buen final de año¡¡

 

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