12 de marzo de 2010

EL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES

A raíz de los comentarios del ministro Corbacho (¿soy el único al que este individuo le parece grosero en la forma y en el fondo?) sobre la necesidad de contratar un plan de pensiones privado me he estado informando un poco.
Lo que el ministro de desempleo se calla (llamarlo de "trabajo" sería un mal chiste) es que actualmente estamos al nivel mínimo de seguridad: cotizan 2.6 personas por cada una jubilada (hay cuatro disponibles pero sólo tienen trabajo 2.6).
Según la actual tasa de envejecimiento poblacional en el 2025 estaríamos ya cerca del 1 a 1. Es decir: por cada persona que trabaje habrá un pensionista. Esto colapsaría la Seguridad Social. Para que la situación entonces fuera precariamente sostenible los sueldos tendrían que ser el equivalente a 5000 euros de ahora y quitarnos el 50% en cotizaciones.
La otra solución es que hubieran inmigrado a nuestro país para entonces una población similar –tal vez- a la actual española (más de 40 millones) de personas jóvenes, que se acoplen a un país sin infraestructuras para tanta gente, en edad de trabajar y que lo hagan legalmente (claro: tienen que cotizar) y, por supuesto, QUE EXISTIESE EL PLENO EMPLEO.
A la vista de esta situación no es que sea conveniente hacerse un plan privado para los que tenemos menos de 50 años, es que casi parece la ÚNICA posibilidad que se le ocurre a este gobierno sin ideas ni méritos para que podamos subsistir fuera de la indigencia (menos para el presidente Zapatero, claro, él tiene un sueldo vitalicio). Lo malo es que no gano lo suficiente para eso ni cuando tengo trabajo.
Y entonces ¿Para qué cotizamos?, os preguntaréis vosotros: pues para evitar que el sistema de pensiones se colapse actualmente.

Lo siento si no son buenas noticias, yo tampoco me he sentido bien al enterarme. Pero debo de ser estúpido, porque yo creía que para eso teníamos gobernantes, para que elevasen la economía de un país, sin escudarse en el "no soy yo, es la situación que es muy malita", y para asegurar mi futuro y el de mi gente, ricos y pobres, viejos y jóvenes, nacionales o inmigrantes. Pero, como digo, la culpa seguramente será mía...
Odio hablar de política, pero es que estos chapuceros me obligan.