11 de octubre de 2010

DE BERENJENAS, POLLOS Y BANDERAS.


Cuando el rey muera, momento que, obviamente, cada día está más cerca, en este país de “juancarlistas”, el actual príncipe no podrá sucederle. Una semana, un mes, como mucho un año, será el tiempo que permanezca en el trono. Después no creo que pueda quedarse en España. Su madre, conocedora de primera mano de sucesos similares, será, sin duda, la que guiará sus pasos en esos momentos. Sus hijas jamás llegarán a comprender los hechos que se avecinan.
En aquesta tesitura ¿Qué bandera se impondrá en España? ¿La de la franja berenjena? ¿Volverán los pollos negros a sobrevolarla? No creo que debamos preocuparnos por la inconstitucional bandera del aguilucho y no imagino a las enfervorizadas multitudes de “la roja”, que ha conquistado hasta los corazones de los terroristas, besando con júbilo banderas tricolor. En un alarde de chulería alguien se proclamará a favor de dar oficialidad a las del toro en su mitad y seguro que millones de amigos firmaran en la página de facebook creada para tan insigne momento. Estamos en la auténtica era de la pandereta, aunque su sonido se asemeje hoy en día al “clic” de un ratón de ordenador. Por supuesto nadie va ha tomársela en serio conscientes de los sentimientos que tal figura provoca en parte de la ciudadanía de Cataluña y del País Vasco.
Tal vez nos quedemos con la actual en un tiempo de interinidad que se prolongará indefinidamente en un pulso PP-PSOE.
¿Y qué importancia tiene esto?: ninguna. Y os lo dice uno que la besó cuando pasó a su lado, en fila india, gorra en mano, vestido de caqui, en uno de los últimos “quintos” que tuvo que hacer la mili.
Decía un antisistema de mi facultad que “morir por la patria es como morir por el sistema métrico decimal”; desconocedor, probablemente, de que estaba parafraseando al falangista Agustín de Foxá. En la actualidad no se estilan las batallitas territoriales, excepto en los partidos de fútbol, a la hora de repartir dinero a las autonomías y a cuenta de las corridas de toros.

España es ciertamente diferente, y en un lado estoy yo alucinando de lo que me rodea.