14 de enero de 2011

Cómo perder 4 kilos durante las fiestas navideñas

La gente no deja de preguntarme por mi secreto (que no lo es: os lo voy a contar en un instante) o por la fantástica dieta. En navidad engordamos todos, hasta los pavos engordan... justo antes de morir.
Creo que me estaba controlando bastante bien: no me ponía ciego a huevo hilado como hacía todos los años y el 25 no fui a comer a casa de mi hermana para no tener que enfrentarme al difícil reto de rechazar alguno de la media docena de deliciosos platos que suele preparar ese día.
Controlaba la comida, controlaba los postres y salía a hacer ejercicio, y en eso último estuvo la clave. Cuánta razón tienen los médicos con lo del deporte. El 29 salí a andar durante una hora, cogí frío, volví a casa destemplado y al día siguiente ya tenía un “trancazo” (un resfriado combinado con un constipado aderezado con unos toques griposos) que me tuvo en cama tres días y en casita una semana. Todo lo que comía me sentaba mal, el estómago se me cerró (aparte de que recordar los dolores de la tripa me persuadían de ingerir algo que no fuera una sopa) y prefería quedarme tapadito por el edredón en mi cama antes que levantarme ni a comer.
¡4 kilos! Estoy hecho un pincel, la “curva de la felicidad” empieza a ser imperceptible y mis amigos me dicen lo bien que estoy. Sólo me ha hecho falta sudar, sufrir y ayunar durante semana y media.
Aún tengo tos: igual pierdo algún kilito más.