11 de junio de 2011

Para que el de arriba viva el abajo ha de morir


Hay una cosa que por fin esta sociedad ha hecho entender a mi dura cabezota: Para que yo venza no basta con que gane, los demás deben de perder.
Para que los directivos de la banca norteamericana pudieran incrementar la longitud de sus aviones privados han tenido que perder todas sus posesiones varios millones de familias.
Para que los gobiernos occidentales puedan llevar su normal ritmo consumista decenas de países deben de tener salarios infrahumanos.
Para que la cadena energética pueda seguir su ascenso en el incierto mundo del petróleo los países productores deben de ser dóciles y las aspiraciones de sus habitantes han de ser sofocadas.
Para que el actual sistema político se mantenga un año más las acampadas han de desaparecer de las calles.

Yo quiero que se levanten las tiendas de Sol y sus comerciantes puedan respirar tranquilos, pero a cambio de que las planten ante el congreso y los políticos noten como arden los ánimos de los ciudadanos bajo sus lujosos asientos y sientan caldearse sus señoriales culos. Pero, por desgracia, las leyes que se crearon originariamente para evitar golpes de estado, son las que ahora se esgrimen para apalear a los manifestantes.
Gobiernos autonómicos “presuntamente corruptos” como el andaluz o el valenciano son un salivazo escupido a nuestras caras por parte de esa panda de inútiles que se están enriqueciendo a costa del recorte de nuestros derechos y de exprimir nuestra maltrecha economía.

Esto no ha terminado todavía: ¡A LAS BARRICADAS!